—¿Parálisis? —Inevitable.
La sangre sube a su cerebro. Lo hace ver cosas, cosas que no son reales; irrealidades flotando en su mente.
Dolor. Adrenalina. Crisis. Descanso.
—¿Y luego qué sigue?
—No sé. A mi no me corresponde contestar eso.
Ya en la plancha fría, su cuerpo finge descansar.
El instrumental médico hace juego con su soledad.
Juegos que nadie quiere jugar.
Su cuerpo ya no se mueve, no es necesario. Ahora no puede ocultar nada aunque quisiera.
Está literalmente desnudo sobre la plancha.
Sus sentimientos se desbordan y quedan visibles, como en una radiografía.


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