jueves, 20 de enero de 2011

Ella y él. Ellos.

Sentada frente a él está ella; es hermosa, piensa él. Todos ocupados en sus asuntos, nadie mira. Ella viene con audífonos, pero después de algunos intentos él logra mirarla fijo a los ojos, o al menos lo que la gente llama ahora mirarse a los ojos.

Ella no busca el amor; él no puede evitar coquetear. Se miran varias veces, discretos, de reojo, separados por el muro del anonimato.

Ella saca un lápiz labial y pinta sus labios; él no sabe que pensar. Él toma un trago de su café y la mira; ella trata de disimular.

En la siguiente estación, los dos lugares contiguos a ella se desocupan. Él duda en sentarse a su lado, ella hace como que no lo mira. Él espera, prefiere darse tiempo, ser discreto.

En la siguiente estación él trata de dar el paso, pero la gente entra por las puertas a chorros y con ellos, esa sensación incómoda de multitud. Vuelven a ser discretos; ella busca en su bolso, él saca su teléfono para revisar un mensaje que no le acaba de llegar. La gente se mueve, indiferente ante su intimidad.

Él se acerca, se quita la máscara y dice, Hola. Ella no se quita la máscara, pero sonríe, y se descubre los ojos con curiosidad.

Ellos se mueven, ellos se ríen.

Ellos, se miran.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y/O deja un comentario:
¿Tú qué opinas?


Visitantes hasta el momento: