jueves, 16 de diciembre de 2010

En la casita de pan

También el pan sabía a tierra, todo tenía sabor a tierra en esa vieja casa. Dejó el pan en la mesa y siguió leyendo el periódico. -Un ambiente patético -pensó. -Y yo tan joven. Un hombre joven, cuarenta y cinco años, muy joven. Se levantó de la mesa para quitar el café del fuego, tal vez esta vez y sólo esta vez el café no estaría quemado; no, quemado como siempre. La silla de madera crujía bajo el peso de su cuerpo, todo crujía en esa casa vieja. Terminó su pan y su café y abrió la puerta de la cocina, miró los maizales secos y estropeados, sin valor, la vieja granja de sus abuelos.
Solo y abandonado en la vieja casita de pan, el hombre sueña, abre los brazos y mira al cielo que ilumina las ruinas de maizales, cierra los ojos y sigue soñando. Cuando abre los ojos para llenarse de ese brillo es demasiado tarde, el cielo ha dejado de brillar y ahora las oscuras nubes se arremolinan sobre él. La puerta de madera de la entrada se azota con el viento. Ni siquiera el clima ayuda, qué patético.
Regresa a la casa que es incluso más fría que el exterior. Abre el casi inservible refrigerador y echa un vistazo dentro, un conejo le regresa la mirada. Cierra el refri y camina hacia la alacena, un conejo le regresa la mirada cuando abre la puertecilla de madera. Cierra la puertecilla y abre el tarro de galletas, hay un conejo dentro que le regresa la mirada. En la botella de leche, otro; en la cacerola, otro; en la canasta de los huevos, otro; otro sobre la repisa. Los conejos le devuelven la mirada cada que tienen oportunidad. Abuela, hay conejos en la cocina, dice mientras atraviesa el salón para subir las escaleras; la abuela que mira hacia la ventana ni siquiera se mueve ni reacciona, sentada en su mecedora de madera.
En una de las recámaras el abuelo mira, sentado en su silla de madera, por la ventana. Cuando entra a la habitación el abuelo no reacciona. Sólo vine a buscar un abrigo dice excusándose. Abre el armario y una ardilla le devuelve la mirada; en el baúl hay otra ardilla que lo mira fijamente cuando él se asoma; debajo de la cama hay otra; otra en cada cajón; otra detrás de las cortinas. Abuelo, aquí hay muchas ardillas, dice mientras sale de la habitación.

En medio de la nada, en la casita de pan, la granja de los abuelos, qué patético.

Pan, Dios griego protector de la naturaleza.
Pintura de Peter Paul Rubens

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