sábado, 25 de septiembre de 2010

La gente dice que estoy loco, temo que esta vez tiene(n) razón.

La gente... bueno no, mi padre, dice que estoy loco; yo no lo creo (un autobús atraviesa la calle a gran velocidad); mi madre dice que es porque estoy creciendo (ya tengo 22, un vaso se cae en la cocina y hace ruido en toda la casa); el doctor dice que tengo problemas neurológicos (me levanto de la cama pero no quiero); yo creo que nadie me entiende, o por lo menos a nadie le interesa (las sabanas son rasposas). Me preparo para irme a la escuela. Otro día seco como siempre, (ya estoy en la puerta, mi madre pregunta "¿Ya te vas?" pero no la oigo). Mientras camino por la calle visualizo mi día (un perro ladra, tan fuerte que logra espantarme): veré a mis "amigos"; un tipo alto y rico que finge interesarse en mí (una parvada pasa volando) y otro flacucho que me adula cada que puede (ya estoy cerca, la escuela queda tan cerca de mi casa). Luego a tomar esas aburridas clases; los maestros son mediocres, gente que no encontró nada mejor que hacer y se puso a dar clases, se que no es su culpa, pero tampoco es mía (un bebé llora a lo lejos). Heme aquí otra vez (la molesta campana suena).

Después de un par de clases me dirijo a la biblioteca (risas sin sentido), también es aburrida pero al menos ahí no hay tanto ruido. Al entrar lo veo, ayer su rostro se escondía tras montones de libros viejos, sólo se veían su manos, finas y encantadoras, hoy no es diferente (olor a recuerdos en el aire). Ahí está otra vez.

Entra y voltea a verme; dice que viene porque aquí no hay tanto ruido pero en realidad viene a buscarme, lo sé. Ayer también vino: entra, me mira, cree que no me doy cuenta, camina hacia una mesa cercana, saca un libro de su mochila y "lee distraídamente". Se cree especial, pero es uno como cualquiera.

Me siento y lo observo mientras él no se da cuenta (el aire frío entra por la ventana). Me gusta observarlo. Creo que es lo único que vale la pena y hace que me levante cada día (la ventana se cierra con estrépito), creo que hoy lo haré, me acercaré y le hablaré para que sepa que existo (una silla que arrastran).

Está inquieto, parece que algo pretende.

Estoy decidido. Cierro el libro y me levanto hacia él (una gota de sudor cae por mi frente, no me molesta); me siento a su lado y lo miro, por un segundo aparta la vista de su lectura y me mira, yo me congelo. Sus ojos... son perfectos (el rasgar del lápiz en el papel). Me acerco aún más, él no se mueve.

Se acercó a mí, no lo esperaba, no sé que hacer. Por mi mente pasa "es uno como cualquiera", pero no se que hacer.

 Me acerco aún más. Saco un cuchillo de mi mochila, se lo entierro en el estómago, no hace ruido, él no se mueve, le beso los labios, él esta congelado, me mira, saco el cuchillo, lo guardo en mi mochila, él sangra pero no se mueve, me levanto y doy media vuelta. Lo logré, me acerque y lo besé (un libro cae). Él aún no se mueve, la sangre gotea por la silla, nadie se da cuenta (gis en el pizarrón). Creo que lo amo.

Salgo de la biblioteca.

Mi padre... bueno no; la gente, dice que estoy loco, temo que esta vez tienen razón.

1 comentario:

  1. ja esta padre, aunque siento que lo podrías desarrollar un poco más, pero en general me gusta mucho :)
    sigue escribiendo, tal vez algún día públiques un libro :O

    ruth.

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