jueves, 3 de enero de 2013

Un parpadeo. Uno.

¿Quién era el hermoso caballero que la acompañaba? Era en lo único en lo que podía pensar. ¿Lo viste? Cabello ondulado, ojos profundos, la sutileza de sus manos, como si su copa flotara a su alrededor. Y su voz, cuando habló por primera vez se hizo el silencio en la mesa por unos segundos, ¿Lo viste? No te creo.¿Quién era él? Y también me pareció delicado. Como si pudiera desaparecer en el viento con un parpadeo. ¿Era real, verdad? ¿O sólo un sueño? Cuando salí al jardín, ya no estaba, pero me pareció escuchar su voz. La comida no estuvo excelente, la plática fue aburrida y monótona, los mismos temas, la misma música "elegante". No fue un sueño, nada era de ensueño. Bueno, ya sabes. ¿Dónde está? ¿Quién era el? Te callas y me dejas sonrojada como si tuviera quince años. "Ya ni las chicas de quince años se sonrojan así". ¿Es todo lo que vas a decir? Santurrona. Y no es un insulto, sabes que te quiero. Sí, te quiero. Más de lo que a mí me gustaría incluso. ¿Cuándo volveremos a tener una cena así? Sabes que no me interesa la comida. A mí me da igual. Sobrenatural, ¿no te parece? ¿Ardiente y audaz? Ahora quién es la que suena a novela mal traducida. Pues sí es verdad, no me interesa. De cualquier modo me insulta tu silencio. Porque siempre te callas las cosas importantes. Sí, importantes para mí. No se trata de eso. Mira el viejo reloj, ¿qué hora es? ¿Y hace cinco minutos? ¿Y cinco minutos antes? ¿Y cinco minutos antes de eso qué? Terminó, la cena, comenzaron a despedirse, quise acercarme a él. No fui tan veloz. Corrí a la puerta. Desapareció. En el viento, si tu quieres. Llevo quince minutos en el marco de la puerta. ¿Quién es? ¿Ah, sí? ¿Y desde cuando invitan desconocidos a cenar? No, no tengo sueño, gracias. Pues buenas noches, entonces.

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