domingo, 26 de septiembre de 2010

Rutina (3)

...lo observo detenidamente, mi viejo revólver, mi viejo amigo, hacía años que no lo sacaba y ahora verlo frente a mí me parece tan irreal. Sostengo mi revólver tan frío como mi mano, tan frío como la cocina, como la mañana, inicio de semana, nueve quince de la mañana, mi estómago también está frío, la fría rutina.
El silencio se rompe con un ligero susurro, es el revólver que me habla y me dice algo que no consigo entender, lo miro extrañado mientras el susurro se vuelve más fuerte casi insoportable, como un zumbido penetra en mis oídos pero aún no puedo entenderle -¿Qué?- le grito al vacío y nadie me responde, me empiezo a poner nervioso, mi corazón se acelera y el revólver no se calla. Desesperado me acerco la "boca" del revólver al oído, tiro el gatillo y el revólver me lanza un grito fuerte y claro en la oreja, nueve diecisiete de la mañana, antes de que mis ojos se cierren lo entiendo por fin, en el murmullo el revólver me decía -No lo hagas-.

Trazos

Se abre telón, sobre el escenario cae una cálida luz azul. Un hombre vestido de negro entra, lleva una máscara neutra blanca sobre el rostro, se para en el centro, espera, mira su reloj y sale por el lado opuesto. Se cierra el telón.
Se abre el telón nuevamente, esta vez la luz es roja, sobre el escenario hay dos mujeres al centro que están como congeladas, su cabellera es larga y negra, llevan vestidos blancos. Después de 7 segundos se cierra el telón.

Se abre el telón, la luz ahora es verde, al centro del escenario hay un hombre y una mujer sentada a sus pies, el hombre le da la mano para que se levante, ambos se miran y sonríen. Se cierra el telón.

El telón vuelve a abrirse, la luz sobre escena es amarilla, el escenario está vació. Entran dos hombres cada uno por un lado del escenario, uno es viejo y lleva un bastón, otro es joven, lleva una camisa blanca, pantalón y tirantes negros, el llegar al centro se miran.

Joven -Yo no quería hacerlo, pero aquí estoy.
Viejo -Eras el indicado.
Joven -Pues por eso, aquí estoy.

Entra música de tambores.

sábado, 25 de septiembre de 2010

La gente dice que estoy loco, temo que esta vez tiene(n) razón.

La gente... bueno no, mi padre, dice que estoy loco; yo no lo creo (un autobús atraviesa la calle a gran velocidad); mi madre dice que es porque estoy creciendo (ya tengo 22, un vaso se cae en la cocina y hace ruido en toda la casa); el doctor dice que tengo problemas neurológicos (me levanto de la cama pero no quiero); yo creo que nadie me entiende, o por lo menos a nadie le interesa (las sabanas son rasposas). Me preparo para irme a la escuela. Otro día seco como siempre, (ya estoy en la puerta, mi madre pregunta "¿Ya te vas?" pero no la oigo). Mientras camino por la calle visualizo mi día (un perro ladra, tan fuerte que logra espantarme): veré a mis "amigos"; un tipo alto y rico que finge interesarse en mí (una parvada pasa volando) y otro flacucho que me adula cada que puede (ya estoy cerca, la escuela queda tan cerca de mi casa). Luego a tomar esas aburridas clases; los maestros son mediocres, gente que no encontró nada mejor que hacer y se puso a dar clases, se que no es su culpa, pero tampoco es mía (un bebé llora a lo lejos). Heme aquí otra vez (la molesta campana suena).

Después de un par de clases me dirijo a la biblioteca (risas sin sentido), también es aburrida pero al menos ahí no hay tanto ruido. Al entrar lo veo, ayer su rostro se escondía tras montones de libros viejos, sólo se veían su manos, finas y encantadoras, hoy no es diferente (olor a recuerdos en el aire). Ahí está otra vez.

Entra y voltea a verme; dice que viene porque aquí no hay tanto ruido pero en realidad viene a buscarme, lo sé. Ayer también vino: entra, me mira, cree que no me doy cuenta, camina hacia una mesa cercana, saca un libro de su mochila y "lee distraídamente". Se cree especial, pero es uno como cualquiera.

Me siento y lo observo mientras él no se da cuenta (el aire frío entra por la ventana). Me gusta observarlo. Creo que es lo único que vale la pena y hace que me levante cada día (la ventana se cierra con estrépito), creo que hoy lo haré, me acercaré y le hablaré para que sepa que existo (una silla que arrastran).

Está inquieto, parece que algo pretende.

Estoy decidido. Cierro el libro y me levanto hacia él (una gota de sudor cae por mi frente, no me molesta); me siento a su lado y lo miro, por un segundo aparta la vista de su lectura y me mira, yo me congelo. Sus ojos... son perfectos (el rasgar del lápiz en el papel). Me acerco aún más, él no se mueve.

Se acercó a mí, no lo esperaba, no sé que hacer. Por mi mente pasa "es uno como cualquiera", pero no se que hacer.

 Me acerco aún más. Saco un cuchillo de mi mochila, se lo entierro en el estómago, no hace ruido, él no se mueve, le beso los labios, él esta congelado, me mira, saco el cuchillo, lo guardo en mi mochila, él sangra pero no se mueve, me levanto y doy media vuelta. Lo logré, me acerque y lo besé (un libro cae). Él aún no se mueve, la sangre gotea por la silla, nadie se da cuenta (gis en el pizarrón). Creo que lo amo.

Salgo de la biblioteca.

Mi padre... bueno no; la gente, dice que estoy loco, temo que esta vez tienen razón.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Violonchelo

Pequeño y regordete la miraba desde una esquina. Ella era muy bella y él lo sabía, ella también lo sabía, era difícil no darse cuenta, ella era hermosa. Él no, y lo sabía, ella también lo sabía, era difícil no darse cuenta, él no era hermoso.
Un hombre enmascarado entró en la habitación, llevaba un hacha en las manos, ambos lo miraron y sonrieron -¡Que empiece la música!- dijo el pequeño hombre gordo, de las sombras se levantó un joven encadenado que comenzó a tocar el violonchelo y los tres se pusieron a bailar.


El baile se tornó cada vez más frenético, y en un descuido el hombre con el hacha le cortó por accidente un brazo al pequeño hombre gordo, el brazo rodó por el cuarto, una trampilla se abrió de pronto y de ella salió una mujer vieja vestida con ropas muy sucias, -¡La comida!- gritó, tomó el brazo y volvió a entrar en su trampilla. La mujer bella comenzó a reír. Curiosamente el hombre gordo no sangraba pero la falta de brazo le hacía ver aún más feo.

La música no se detenía y el trío reanudó su baile.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Primer acto: Escena 1

-¿Dices que me quieres?
-No, yo no he dicho eso, no se de dónde te lo habrás inventado.
-Ay perdón, es que he estado leyendo muchas revistas últimamente.
-No te disculpes, no es tu culpa. Pero no, no te quiero.
-¿Ni poquito? Creo haberlo visto en tus ojos.
-No, no es eso, es que me lloran por la de polvo que hay aquí.
-Ay perdón, que despistada.

(Salen)

-Y entonces ¿Cuánto te debo?
-Demasiado, no podrás pagármelo nunca.
-No seas exagerado, mejor dime cuánto que sino no te voy a pagar nada.
-Da igual, nunca me pagas.

(Salen)

-No importa lo que digan, para mí es el hombre más maravilloso del mundo.
-Si no te creas, a mi también me maravilla.
-¿A sí?
-Sí, me maravilla que no tenga trabajo, me maravilla lo gordo que está, que sea tan simplón y me maravilla más aún que no te hayas dado cuenta.
-Ahí vas otras vez, ¡Qué necia eres!.
-Mira quién lo dice, pero mejor ya cállate que ya va a empezar la función.


Telón.


Escuchando por los ojos

Nuestra sociedad va cambiando y ahora es importante aprender a escuchar por los ojos y a hablar por las manos.

Ya me ha tocado ver fotos que me venden el concepto de una banda y hacen que me enamore sin siquiera haberlos oido antes. Esto me deja pensando: Tengo que aprender a diseñar :O








Dionysos















Gogol Bordello















V de Venganza
















Senses Fail








Aunque claro, al final del día es la calidad de los artistas la que hace que te quedes con su trabajo :)

viernes, 10 de septiembre de 2010

Un día normal

El sonido de autos, contaminación. El marco de una ciudad moderna. En un edificio gris, alto, con ventanas sucias; en el tercer piso, en una cama desarreglada, en el interior de su mente, sueña, dibuja y desdibuja de nuevo la figura de los amantes que estuvieron en esa cama antes que ella. Ahora la dulce pareja está en el piso, cada uno a un lado de la cama, cubiertos de sangre, desnudos, sucios, llenos de amor y miedo hasta el cuello, muertos.
Se incorpora suavemente sentándose en la cama, mira a su alrededor, la habitación desordenada, el olor a asesinato fresco. Se levanta y va hasta el tocador, su rostro en el espejo luce hermoso, su sonrisa es cálida, su mirada brillante, su cabello largo y negro como su vestido. Toma su bolso y le da un último vistazo a la pareja que sigue mirándose por debajo de la cama con la misma ternura de siempre.

Un día lleno de pánico,
dolor, angustia,
miedo, sangre,
hipocrecia,
un día normal.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Ahora sueño mucho

El sonido de autos, contaminación, el marco de una ciudad moderna. En un edificio gris, alto, con ventanas sucias, en el tercer piso...

Hoy cuando salí de la casa no sabía a dónde iba, pero salí muy decidido...

Sin más tomó el arma y como por arte de magia su mano dejó de temblar, ya no había miedo en sus ojos, sólo dolor...

Una sabor metálico en su boca, sangre que escurría por su nariz, sus manos sucias llenas de tierra y su espalda que ardía como el fuego...

Su rostro se escondía tras montones de libros viejos, sólo se veían sus manos, finas y encantadoras...

En el camino empolvado sus pies se arrastraban con cansancio, el sol en lo alto llenaba su rostro de pequeñas perlas...

Sus ojos tan negros como su cabello, sus labios tan rojos como su vestido, su piel tan blanca como su pañuelo, su rostro tan triste como su alma...

Mi madre cree que no me doy cuenta pero sí lo hago, hoy no hubo clases en la facultad y ella piensa que yo sólo estoy aquí perdiendo el tiempo, "Es por la revuelta" le dije...

No era su risa lo que lo irritaba, era el brillo de sus ojos cuando se reía...

¡Venganza!...

Si te dijera que te amo te irías para siempre, lo sé...

Su caminar era grotesco y la manera en que sostenía las botellas no ayudaba, su brazos se movían sin ritmo...

Sus piernas de metal facilitaban el ascenso, las explosiones quedaban a sus espaldas...


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