La ruta es bastante sencilla. Al salir de casa giras a la derecha, caminas saludando a los perritos de los vecinos y al llegar a las esquina nuevamente giras a la derecha, caminas como cinco calles y al llegar a la papelería das una última vuelta a la derecha. Por esa avenida pasa el transporte que te lleva al metro, la micro cruza por avenida Maravillas hasta llegar a la Central; es un viaje como de diez minutos. Te subes al metro Muzquiz dirección Buenavista y avanzas cuatro estaciones: Río de los remedios, Impulsora, Nezahualcóyotl y finalmente Villa de Aragón. Bajas y sales del lado derecho, sí, otra vez, y frente a ti encontrarás el Centro de Estudios Tecnológicos, Industrial y de Servicios no. 54 "Guadalupe Victoria", o CETIS 54, para gastar menos saliva. La ruta es bastante sencilla, el viaje será de unos treinta minutos a lo mucho. Y aún así al llegar a Muzquiz el ambiente se turba un poco. Hay un aire de misterio contenido en los ojos de una chica más o menos de tu edad que avanza por el andén y te mira fijamente, es un rostro familiar y aún así distinto. Lleva la mochila colgada al frente y sonríe, te sonríe, sí, a ti. Al llegar lo suficientemente cerca, abre el cierre de la mochila y te hace un seña, puedes ver dentro un vestido, es gris casi plateado, con brillos, la tela es muy suave y el tamaño convenientemente compacto para viajar en una mochila sin llamar la atención. La chica te sonríe, sí, a ti, te mira y hace una mueca, es entonces que descubres su collar, también plateado, con una letras S, ese de Sandra... de Sandy. En los ojos de Sandy, además de misterio hay un aire de complicidad y dentro de la mochila, debajo del vestido, también hay una blusa verde y una falda convenientemente de tu talla.
Desde Muzquiz hasta Villa de Aragón, hay solamente cuatro estaciones. En la dirección contraria, hacia Plaza Aragón, también hay cuatro estaciones, pero los destinos son muy distintos. Por un lado están los ojitos de cansancio del profe de algebra que sea pasea como un sapo frente a la clase, y por otro lado los mojitos que venden a un lado de la plaza. La semana pasada mientras comían, tu papá dijo que salir a la calle es como lanzar una moneda al aire, seguramente él se refería a una situación diferente, pero mientras te pierdes en los ojos de Sandy recuerdas sus palabras y piensas que sí, salir a la calle sí es como lanzar una moneda al aire. Tomas la mano de tu amiga y corres por el andén para llegar al primer vagón, sientes cómo el corazón te da saltos en el pecho mientras te aguantas la risa y cambias el color guinda de tu uniforme por un verde, tu color favorito.