viernes, 22 de abril de 2011

¡Con razón! (Y sin ella)

Algunas personas gritan, otras prefieren callar. Algunas gritan con razón, otras sin razón. Algunas personas tienen mucho que decir y callan, otras, como yo, contamos historias que la gente finge no escuchar.

Esta es la historia de una mujer que nació pegada al suelo. No tiene padres, nació en una maceta, su destino es tan frío como el rocío de la mañana.

Huérfana 1. — ¿Por qué lloras?
Huérfana 2. — Mira. Mi pan se cayó en el lodo.
Huérfana 1. — No te preocupes, podemos comprar otro.
Huérfana 2. — ¿Tienes dinero?
Huérfana 1. — No.

Pausa.

Huérfana 1. — Si quieres yo te puedo convidar del mio.
Huérfana 2. — Sí.
Huérfana 1. — Aunque está un poco duro.

Pausa.

Huérfana 2. — No importa, está rico. Gracias.

Algunas personas caminan con prisa, otras prefieren quedarse donde están. Algunas corren sin fijarse, otras pidiendo permiso. Algunas personas tienen un lugar a donde ir, otras, como yo, contamos historias que la gente prefiere no sentarse a escuchar.

Esta es la historia de una mujer que nació pegada al suelo. No tiene padres, nació en una maceta, su destino es tan frío como el rocío de la mañana.

Desempleado 1. — ¿Y tu mujer ya está mejor?
Desempleado 2. — No, todavía esta muy enferma.
Desempleado 1. — Ya verás que se pondrá mejor muy pronto.
Desempleado 2. — Sí, sólo necesita unos medicamentos.
Desempleado 1. — El dinero se consigue fácil.

Pausa.

Desempleado 1. — Tengo un reloj en la casa que se puede empeñar.
Desempleado 2. — No te preocupes, no es necesario.
Desempleado 1. — Sólo sería un préstamo.

Pausa.

Desempleado 2. — Sí, el dinero se consigue fácil. Gracias.

Algunas personas tienen mucho que hacer, otras prefieren no hacer nada. Algunas hacen lo que pueden, otras no pueden hacer nada. Algunas personas deberían hacer algo, otras, como yo, contamos historias que la gente sin que hacer prefiere no escuchar.

Esta es la historia de una mujer que nació pegada al suelo. No tiene padres, nunca los tuvo,  nació en una maceta, su destino es tan frío como el rocío de la mañana.



¿Bueno?


Me despierto con un sabor dulzón en la boca. Tomo el teléfono apresurado y con la voz un poco ronca digo "Bueno". Nadie contesta. El frío del suelo me cala los pies, me doy cuenta de que estoy descalzo y regreso a la cama. Cierro los ojos y el teléfono vuelve a sonar. Esta vez no me levanto; son las 7:35 de la mañana, viernes 15 de abril.

Despierto con sabor a licor en la boca. Abro los ojos y veo a la gente alcoholizada que duerme sobre la alfombra, fue una buena fiesta. El teléfono suena y el sonido es muy molesto. Me levanto y tomo el teléfono, ¿Hola? Nadie contesta. Cuelgo y voy al baño. Me siento en el sillón y la chica que dormía allí se despierta y me mira. El teléfono vuelve a sonar, ella sonríe; no contesto. Son las 9:10 de la mañana, martes 18 de mayo.

Me despierto babeando sobre el escritorio, todavía tengo sabor a café en la boca. La luz ya se cuela por la ventana, el teléfono suena, Bueno. Nadie contesta. Cuelgo y me acomodo la corbata. No más trabajar hasta quedarme dormido en la oficina. Tomo mi portafolio y me dirijo hacia la puerta, hoy pasaré el día con mi mujer. El teléfono vuelve a sonar. Salgo de la oficina sin contestar. Son las 8:00 de la mañana, jueves 2 de junio.

Despierto con sabor a pescado en la boca, recargado sobre la pared de un callejón; no más comida japonesa para mi. Mi teléfono suena: número desconocido. Hello. Nadie contesta. Salgo a la calle y miro alrededor. El local de comida japonesa ya está abierto. Tengo hambre y ya es hora del desayuno, una última vez no me hará daño. Cruzo la calle, el teléfono vuelve a sonar: numero desconocido. No contesto, entro en el local. Son las 10:15 de la mañana, miércoles 5 de julio.

Me despierto en el mismo cuarto oscuro de siempre. Busco a tientas el celular que está escondido detrás de un ladrillo de la pared. Marco un número cualquiera, Bueno, oigo del otro lado. Escucho gente fuera del cuarto y me da miedo hacer ruido. Me cuelgan. Vuelvo a llamar pero esta vez no me contestan. Su saldo se ha agotado. Son las 7:15 de la mañana, 14 de agosto. Llevo ya 6 meses encerrado.

sábado, 9 de abril de 2011

Eugenio y Rogelio I



Rogelio. —¿Qué haces, Eugenio?

Eugenio. —Aquí, haciendo mi Twitter.

Rogelio. —¿Y eso? ¿A poco le entiendes, Eugenio?

Eugenio. —Pues no, pero es que este finde no puedo ir al Vive Latino y Los Babasonicos van a estar hablando con sus fans por Twitter.

Rogelio. —Mmm.

Eugenio. —Y también por Facebook por si te interesa.

Rogelio. —Mmm.

Eugenio. —Y no son los únicos, también Los Estrambóticos, Los Bunkers, Los Daniels y hasta Natalia Lafourcade. ¿Sabías que ya somos más de 12 millones y medio de usuarios de Face en México?

Rogelio. —Mmm.

Eugenio. —¿No te interesa abrir tu cuenta de Twitter para estar en contacto con tus artistas, Rogelio?

Rogelio. —No. Yo sí voy a ir al Vive.☺

FIN

viernes, 8 de abril de 2011

Incandescente I

El muchacho se levanta y corre hacia la puerta que divide los dos vagones. El hombre calvo se levanta y saca un arma, apunta hacia el muchacho. A un mismo tiempo el hombre calvo dispara y el muchacho salta contra la puerta. El muchacho se vuelve transparente como un fantasma; atraviesa la puerta y llega al otro vagón, la bala no lo toca, pasa de largo sin herirlo. El muchacho voltea a ver al hombre calvo y sonríe, hace una seña obscena y sigue corriendo. El muchacho atraviesa esta vez uno de los respiraderos del metro y sale al túnel; el metro se aleja.
El muchacho espera. Dos minutos después, salidos de la nada, dos hombres aparecen frente a él. Dos días antes de este día, hubo un accidente de trenes en alguna ciudad del mundo.


sábado, 2 de abril de 2011

Lado Epistolar II

Querida Delia:

Faltan pocos día para que vaya al pueblo y aún no he recibido noticias tuyas. ¿Estarás  debajo del puente junto a la barca cuando yo llegue? Quiero saber cómo estás. No he podido comunicarme con nadie del pueblo.

Me disculpo otra vez por haberme ausentado tanto tiempo. Quiero verte, querida Delia. Espero que estés ahí cuando llegue.

Mi madre ya está completamente recuperada, mi hermano sigue trabajando como herrero, le va muy bien, y yo, ya encontré a alguien que pueda hacerse cargo de la viña mientras no esté. Los días siguen soleados por acá.

Con todo cariño.

Roberto del Faro

PD. Mamá manda saludos para ti y Copo de nieve.
 

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