Hablo con mi soledad, hablo con la pared, la pared me mira, seria, me ignora. ¿Hay alguien afuera? Abro la puerta y me sigo sintiendo encerrado. Miro al cielo, a la luna. La luna brilla sobre mí, lejana, inalcanzable. La luna me invita a soñar, a desaparecer, pero no puedo, no puedo; vuelvo dentro de la casa.
Hablo contigo, pero no me oyes, te has vuelto como de piedra y me miras... no, no me miras, tu rostro de piedra apunta hacia mi, sólo es eso. El tiempo ya no corre.
Me siento en una silla de madera, miro mi máquina de escribir que escurre tinta como si fuera sangre. Los pies se me pegan al piso. Intento escribir, pero las letras se resbalan del papel y saltan por la ventana directo al olvido. Las miro alejarse sin poder levantarme aún de la silla. Abro la boca y de ella sale un extraño mugido. Muuuuuuuuuuuuuu. Muuuuuuuuuuuu. Muuuuuuuuchos segundos después logro levantarme. Mis pies ya no pesan, pero ahora mis rodillas crujen con cada paso.
En el armario hay telas de colores. Trato de vestir la estatua en la que te has convertido, pero las telas pierden color al contacto. Pongo música, no funciona, sólo salen zumbidos del toca discos. Trato de sonreírle a la adversidad y la cara se me vuelve de cera.
Sencillo. Simple. Mediocre. Estático.
lunes, 21 de marzo de 2011
miércoles, 16 de marzo de 2011
Incandescente (Obertura)
Un hombre muy bien vestido baja las escaleras del subterráneo. Camina con seguridad, en una mano lleva un portafolios negro y en la otra un vaso de café caliente. Camina hacia los torniquetes, justo antes de llegar una de las bolsas de su pantalón se rompe y una moneda se cuela por el orificio, cae y rueda por el suelo. Un muchacho que venía caminando detrás toma la moneda y la coloca en el estuche de guitarra de un viejo recargado en la pared que toca Blackbird de The Beatles. El muchacho cruza los torniquetes y sigue caminando hasta el andén que está casi vacío. Espera. El metro entra en el andén haciendo mucho ruido, se detiene y se abren las puertas. El muchacho entra y se sienta. Se pone los audífonos, el sonido de la gente es remplazado por What a waster de The Libertines, levanta la mirada. Un hombre calvo está sentado frente a él, el hombre calvo levanta la cabeza, lo mira y sonríe. Silencio.
Lado Epistolar I
Querida Delia:
Quiero disculparme por haberme ausentado tanto tiempo, pero he de ser franco y decir que no tuve el valor de mandar las tres últimas cartas que escribí. Se que debiste haberte preocupado y que nada justifica mis acciones, pero hay algo que debo decirte y no creo poder hacerlo por este medio.
Mi madre ya está mejor, mi hermano encontró trabajo como herrero y yo me he estado haciendo cargo de la viña de papá. Los días son soleados por acá.
Quiero verte, Delia. Estaré en el pueblo la siguiente semana y me gustaría encontrarme contigo debajo del puente, junto a la barca. Por favor escríbeme antes para saber cómo estas.
Afectuosamente.
Roberto del Faro
PD. Mamá manda saludos para ti y Copo de nieve.
Quiero disculparme por haberme ausentado tanto tiempo, pero he de ser franco y decir que no tuve el valor de mandar las tres últimas cartas que escribí. Se que debiste haberte preocupado y que nada justifica mis acciones, pero hay algo que debo decirte y no creo poder hacerlo por este medio.
Mi madre ya está mejor, mi hermano encontró trabajo como herrero y yo me he estado haciendo cargo de la viña de papá. Los días son soleados por acá.
Quiero verte, Delia. Estaré en el pueblo la siguiente semana y me gustaría encontrarme contigo debajo del puente, junto a la barca. Por favor escríbeme antes para saber cómo estas.
Afectuosamente.
Roberto del Faro
PD. Mamá manda saludos para ti y Copo de nieve.
lunes, 14 de marzo de 2011
Lento
Cae la noche, mis pies se mueven lentos por la calle, me muevo calle abajo, sin mucha energía camino, me muevo bajo la noche; cae la noche, y mis esperanzas caen con ella. Las calles están vacías, mejor así. Otro día buscando trabajo, otro día sin encontrarlo. Cuatro largos años de estudios parece que no son suficientes, nunca es suficiente: que si no tengo experiencia, que si soy muy joven, ¿cómo ganar experiencia si nadie me deja empezar? Sigo caminando.
El tiempo pasa lento, hace frío y aire, mucho aire. Envolturas de basura pasan a mi lado arrastradas por el viento, hacen ruido como burlándose de mi. Llego a mi casa y abro la puerta, la nada me recibe con una sonrisa. Para la cena hay cheques y sobres de cosas por pagar, paso de largo, me voy a la cama sin cenar. Me tumbo en la cama todavía con el traje puesto. Miro mi reloj y calculo cuantas horas podré dormir antes de tener que levantarme, cinco horas. Las manecillas del reloj se caen de cansancio.
El tiempo pasa lento, hace frío y aire, mucho aire. Envolturas de basura pasan a mi lado arrastradas por el viento, hacen ruido como burlándose de mi. Llego a mi casa y abro la puerta, la nada me recibe con una sonrisa. Para la cena hay cheques y sobres de cosas por pagar, paso de largo, me voy a la cama sin cenar. Me tumbo en la cama todavía con el traje puesto. Miro mi reloj y calculo cuantas horas podré dormir antes de tener que levantarme, cinco horas. Las manecillas del reloj se caen de cansancio.
viernes, 4 de marzo de 2011
¿Y la calle Madero?
Astronauta. —Disculpe, ¿La Calle Madero?
Cartero. —Siga derecho.
Astronauta. —¿Por allá?
Cartero. —¿No es de por aquí, verdad?
Astronauta. —Digamos que viajo mucho.
Cartero. —Yo también viajo mucho, soy cartero. ¿Usted dónde ha estado?
Astronauta. —En la Luna.
Cartero. —No entiendo.
Astronauta. —Soy astronauta.
Cartero. —¿De verdad? Nunca lo hubiera imaginado.
Astronauta. —¿Le sorprende?
Cartero. —Sí, no tiene cuerpo de astronauta, es decir... los entrenan ¿No?
Astronauta. —(Ofendido) Usted que va a saber, es sólo un cartero ¿No?
Cartero. —Pues nunca habré estado en la luna, pero al menos no estoy perdido.
Astronauta. —Yo tampoco estoy perdido.
Cartero. —Bueno, pues con permiso. Tengo trabajo. (Sale)
Astronauta. —¡Hey, disculpe! ¿Y la calle Madero?
Cartero. —Siga derecho.
Astronauta. —¿Por allá?
Cartero. —¿No es de por aquí, verdad?
Astronauta. —Digamos que viajo mucho.
Cartero. —Yo también viajo mucho, soy cartero. ¿Usted dónde ha estado?
Astronauta. —En la Luna.
Cartero. —No entiendo.
Astronauta. —Soy astronauta.
Cartero. —¿De verdad? Nunca lo hubiera imaginado.
Astronauta. —¿Le sorprende?
Cartero. —Sí, no tiene cuerpo de astronauta, es decir... los entrenan ¿No?
Astronauta. —(Ofendido) Usted que va a saber, es sólo un cartero ¿No?
Cartero. —Pues nunca habré estado en la luna, pero al menos no estoy perdido.
Astronauta. —Yo tampoco estoy perdido.
Cartero. —Bueno, pues con permiso. Tengo trabajo. (Sale)
Astronauta. —¡Hey, disculpe! ¿Y la calle Madero?
jueves, 3 de marzo de 2011
Yo tampoco
Mira el espiral de colores, no se detiene. Escuchas un sonido que viene de arriba, es fuerte, tremendo, no se detiene. Hay un olor que llena el lugar, sientes que no cabes, te empuja, te saca, no se detiene.
¿Has visto sueños caer por la escalera? Son muy variados, uno incluso sonreía, era muy mágico.
Tranquilo, cuenta hasta tres, espera, aquí viene otra vez. ¿Puedes verlos correr por la pradera? No se detiene.
Hace calor, el tic-tac del reloj, un segundo más, espera, quítate los zapatos antes de entrar. Se hace tarde. Mis ojos están cansados. No hay tiempo para descansar. Llena la maleta otra vez, que comience el viaje. El piso está pegajoso, son sueños diluidos. No te detengas o te quedarás pegado. ¿No me crees?
Cierra los ojos, la luz es muy fuerte, podrías quedarte ciego. ¿Te gustan los colores? No te culpo.
Huele la madera vieja, sucia, un poco podrida tal vez. Ha pasado mucho tiempo. No eres tan joven como crees. Ni yo tampoco.
Si estás tan cansado abre la ventana, tira los sueños y corre. ¿Has visto sueños estrellarse contra el piso?
¿Has visto sueños caer por la escalera? Son muy variados, uno incluso sonreía, era muy mágico.
Tranquilo, cuenta hasta tres, espera, aquí viene otra vez. ¿Puedes verlos correr por la pradera? No se detiene.
Hace calor, el tic-tac del reloj, un segundo más, espera, quítate los zapatos antes de entrar. Se hace tarde. Mis ojos están cansados. No hay tiempo para descansar. Llena la maleta otra vez, que comience el viaje. El piso está pegajoso, son sueños diluidos. No te detengas o te quedarás pegado. ¿No me crees?
Cierra los ojos, la luz es muy fuerte, podrías quedarte ciego. ¿Te gustan los colores? No te culpo.
Huele la madera vieja, sucia, un poco podrida tal vez. Ha pasado mucho tiempo. No eres tan joven como crees. Ni yo tampoco.
Si estás tan cansado abre la ventana, tira los sueños y corre. ¿Has visto sueños estrellarse contra el piso?
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Jackson Pollock |
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