domingo, 27 de febrero de 2011

De dos enamorados que se dan cuenta de que están en una obra de teatro.

Acto II

Escena VI

Es de noche. La luna brilla sobre el bosque. Se oyen trompetas a lo lejos.

Hortensia. —Hay que correr, ningún lugar es seguro.

León. —¿Por qué estás tan espantada? No tiene sentido.

Hortensia. —¿Qué no oyes las trompetas? Viene por nosotros, quieren nuestras cabezas.

León. —Haces conjeturas, estás nerviosa.

Hortensia. —Aquí pueden encontrarnos. ¡Vámonos!, el fin está cerca.

León. —No, ésta obra es de tres actos y estamos en el segundo.

Hortensia. —(Asustada) ¿Tú también ya lo sabes?

León. —¿Qué cosa?

Hortensia. —Que estamos en una obra de teatro.

León. —Sí, me di cuenta en la escena pasada.

Hortensia. —Vámonos León, se hace tarde.

León. —¿A dónde?

Hortensia. —(Más asustada) No sé, fuera de escena, a dónde sea. (Se oyen caballos a los lejos) Vámonos ¡Vámonos!

León. —¿Qué tienes Hortensia, por qué estás tan asustada? (Trata de sujetarla de los brazos)

Hortensia. —Nada, nada, vámonos. (Se cubre el pecho)

León. —¿Qué ocultas?

Los dos forcejean. Del vestido de Hortensia caen las hojas que traía ocultas.

Cambio de luz.

León. —¿Qué es eso?

Hortensia. —Nada, nada. (Recoge las hojas con manos torpes)

León. —¿Es el libreto de la obra verdad? (Las trompetas suenan más fuerte, ladran los perros.)

Hortensia. —(Desesperada) Vámonos, es muy tarde, ¿Qué hora es ya? ¿Qué escena es esta? Mira, las luces han cambiado ya, debe ser la escena VI...

León. —Dame el libreto, Hortensia.

Hortensia. —No, vámonos León, se hace tarde, el claro debe estar cerca.

León. —¡Quiero leerlo! (Voces que se acercan. Los perros ladran más fuerte)

Hortensia. —¿León, me amas?

León. —No es el momento, Hortensia, muéstrame el libreto.

Forcejean. León se hace con las hojas. Cambio de Luz.

Hortensia. —(Llorando) Se hace tarde...

León. —(Mira las hojas confundido y lee) "Los sonidos exteriores aumentan...

Los sonidos exteriores aumentan.

León. —...León y Hortensia llegan a un claro. La luz cambia...

León y Hortensia llegan a un claro. La luz cambia.

León. —...Las trompetas resuenan en lo alto. Dos hombres a caballo con ballestas en mano entran a escena...
 
Las trompetas resuenan en lo alto. Hortensia cae de rodillas desconsolada.
 
León. —...para matar a León."
 
Dos hombres a caballo entran a escena. León los mira. Los hombres levantan sus ballestas.
 
Oscuro.


Orilla del Bosque de Franklin Álvarez Tunqui


jueves, 24 de febrero de 2011

Sin tiempo :O

No he tenido mucho tiempo por el trabajo en la Facultad así que, de momento, aquí les dejo pinturas que encontré haciendo mi tarea de Producción.

El nacimiento de Venus de William-Adolphe Bouguereau

Pasris desde mi ventana de Chagal

Venus y Adonis de Francois Lemoyne

Dante y Virgil en el infierno de William-Adolphe Bouguereau

Faetón de Gustave Moreau

sábado, 19 de febrero de 2011

Un fragmento de algo.

El teléfono suena insistentemente.

El pollo. —Ya contéstale, lleva buen rato marcando.
Poncho. —¿Para qué? Nadie me escucha.
El pollo. —Mmm, otra vez ya te pusiste de existencialista.
Poncho. —Bueno ya, no me juzgues.
El pollo. —Que tal que ya es otra persona.
Poncho. —Pues contesta tú.

El teléfono se detiene. Oscuro.

Sargento. —Pues no sé tú, pero a mi esto de ser personaje de una obra de teatro como que no me gusta.
Vaquero. —No es una obra de teatro, sólo es un fragmento de algo.
Sargento. —De todos modos, no me gusta que alguien me diga qué hacer y qué pensar. En escena hay una mesa con un florero vacío y una hoja de papel en blanco.
Vaquero. —No es tan grave. Mira, una mesa.
Sargento. —¿Para qué estará ahí?
Vaquero. —No sé, ¿elementos escenográficos?
Sargento. —¿Será utilería o atrezzo?
Vaquero. — Vaquero toma el florero y lo mira con una sonrisa. Utilería.

Oscuro.

Sargento. —No me gusta esto de ser personaje de "teatro".

lunes, 14 de febrero de 2011

Luces rojas y azules

Hoy hace frío, no más ni menos que otros días. Nada parece extra especial. Como una paleta distraídamente tratando de pensar en lo que haré cuando llegue a casa. El palito de la paleta brilla en una luz azul fosforescente. Hay poca gente y alcanzo lugar en el metro. Hoy parece ser un buen día, es decir, nada especial, sólo un buen día.

Nos movemos entre los túneles. Hago berrinches cada que el metro se detiene, aún cuando sólo sea por unos momentos; nunca parece haber una razón lo suficientemente buena como para que el metro se detenga entre los túneles.

Hoy en la mañana tuve tiempo de hojear los periódicos; descabezados y muertos ocupaban la primera plana. Accidentes, incidentes, delincuencia. No sé si debería sorprenderme, a veces no sé.

Llegamos a la estación que termina en Z. Al salir voy distraído, a penas echo un vistazo a las personas que van a mi alrededor; a veces me pregunto porque nadie corresponde mis miradas. La luz roja del metro se desvanece a lo lejos. Luces rojas y azules que acompañan mi camino.

El palito azul de mi paleta juega con mis dedos de camino a la salida. Miro el suelo mientras camino, no porque no valga la pena levantar la mirada, sino porque algo en el andén que acabo de dejar abajo llama mi atención; un zapato negro, y a su lado un cuerpo sin vida cubierto con un plástico que refleja una triste luz azul hacía la noche no más fría que otras noches.

Los muertos saltan del papel de periódicos que no leo y se cruzan en mi camino. Hay policías y yo sigo caminando. A la salida del metro escucho voces, "fue un asalto" "todavía no han quitado el cuerpo", el cuerpo del crimen.

Las luces rojas y azules de patrullas pasan frente a mis ojos. A veces me pregunto si lo que escribo se parece más a la ficción o a la vida real. A veces me pregunto porque esto no se queda en la ficción, en el papel, o entre los escritos de un blog. A veces me pregunto. Y mientras me pregunto, pasan frente a mí luces rojas y azules.

domingo, 13 de febrero de 2011

Fundamental (2)

Tres personajes acomodados en un triángulo que apunta hacia el público, en la punta del triángulo está el personaje 1. El engrane del cuadro anterior ha desaparecido. Sobre el fondo del escenario se proyecta la imagen del engrane roto. Los personajes no rompen el triángulo.

Cuadro 2

2. —¿Y él? ¿Ya no habla, verdad?

3. —Dice que ha decidido callarse, dice que no necesita palabras, dice que la palabras lo traicionan, dice que lo engañan. Eso dice... o decía.

2. —¿Y su madre?

3. —Está desconsolada.

2. —¿Y su esposa?

3. —Lo ha abandonado.

2. —¿Y sus hijos?

3. —Piden pan y no les dan.

2. —¡Qué desgraciado! ¿A qué se dedica?

3. —Era escritor. Escribía en periódicos, escribía en revistas, en cuadernos, tenía un diario, escribía en las paredes, escribía libros, escribía en la arena, escribía hasta en el cielo.

2. —¿Y luego que pasó?

3. —Nadie le entendía, así que decidió, dejar de escribir y de hablar.

2. —¿Era rico?

3. —No, la escritura no deja.

2. —¿Y entonces a qué se dedica? ¿De dónde saca dinero para sus hijos?

3. —Ahora... Ahora se dedica contar el tiempo.

2. —¿Y por qué lleva una venda en la boca?

3. —Es su huelga contra el entendimiento.

2. —¿Y qué, la única manera de entenderse es con palabras?

3. —No, pero él no lo sabe.

2. —¡Desgraciado! ¿Crees que vuelva a hablar?

3.- No creo, dice... dice que las palabras lo han traicionado, eso dice... o decía.


sábado, 12 de febrero de 2011

Fundamental

Dos personajes. Un hombre y una mujer, aunque no como cualquiera. Parados sobre un engrane que gira mientras ellos hablan. Cuando termina el cuadro el engrane se rompe. El primero en hablar es el hombre.

Cuadro 1.

—¿Cómo decir algo cuando no encuentras las palabras exactas para decirlo?

—Entonces te callas.

—Sí, temiendo que suene demasiado vulgar.

—No te creo.

—Nunca lo haces.

—Me insultas, sabes. Me insultas cuando dices que no tienes nada que decirme.1

—No he dicho eso. Sólo no sé como ponerlo en palabras. Ya ves, algunos lo tomarían como algo muy romántico; pero tú lo tomas como un insulto.

—Pues estoy harta...

—(Sincero) Te detesto.

—¿Y para eso me trajiste aquí?

—Te detesto, pero me gustas. Me gusta detestarte.

—Sínico.

—No, esa no era la palabra.

—Arrojas la piedra y escondes la mano. Típico de ti.

—Sólo no era la palabra. ¿Por qué te ofendes?

—Y todavía me lo preguntas.

—¿Cómo decir algo cuando no encuentras las palabras exactas para decirlo?
............................
1.- Referencia a Caricias de Sergi Belbel.



domingo, 6 de febrero de 2011

1, 2, 3, 4.

Cuadro en una Ciudad grande. Cuatro hombres sentados a la mesa en un restaurante. Nadie habla.  Ruido de conversaciones ajenas y cubiertos que chocan contra platos de cerámica.

Hombre 1: (Se percata de los silencios incómodos. No hace nada; sigue comiendo su ensalada.)
Hombre 2: (No se percata; sólo se preocupa por no mancharse la camisa con salsa.)
Hombre 3: (No habla, pero levanta la mano para llamar al mesero.)
Hombre 4: (Apenas toca su comida)

Hombre 1: Creo que...
Hombre 2: No.
Hombre 3: ¿Dónde está el mesero?
Hombre 4: Yo prefiero no comentar.

Los cuatro hombres siguen en los suyo.

Hombre 1: Me gusta tu corbata.
Hombre 2,3,4: Gracias.

Hombre 1: Vivir es más fácil con los ojos cerrados...
Hombre 2: No, esa es una canción de los Beatles.
Hombre 3: ¿Alguien ha visto al mesero?
Hombre 4: A mi me gustan.
Hombre 1, 2, 3: ¿Qué?
Hombre 4: Los Beatles.

Pausa incómoda.

Hombre 1: Yo le dije que era lo correcto...
Hombre 2: ¿Ya vas a empezar?
Hombre 3: Que mal servicio dan aquí.
Hombre 4: La próxima vez comemos en otro lado.
Hombre 1, 2, 3: ¿La próxima? (Miran al Hombre 4, extrañados)

Hombre 1: Lo más sensato sería...
Hombre 2: ¿Sensato según quién?
Hombre 3: Me vio. Me vio pero me ignoró.
Hombre 4: ¿Alguien quiere pescado?
Hombre 1, 2, 3: No gracias.

Hombre 1: Ayer cuando la vi...
Hombre 2: ¿Seguro que fue ayer?
Hombre 1: ¿Vas a dejarme terminar una oración?
Hombre 4: No es necesario que te molestes.
Hombre 3: Ya estoy molesto. Me ignoró.

Pausa.

Hombre 1: No me gusta estar dando rodeos.
Hombre 2: No lo necesitas.
Hombre 3: Falta poco, supongo.
Hombre 4: Se hace tarde.

Hombre 1: El punto es...
Hombre 2: Por fin.
Hombre 3: Sí, por fin.
Hombre 4: ¿Qué?
Hombre 3: Ya viene el mesero.
Hombre 1, 2, 3, 4: La cuenta, por favor.


miércoles, 2 de febrero de 2011

Volví a soñar contigo

"¿Es posible extrañar a alguien que no conoces?"
Me pregunto otra vez y doy vuelta en la cama sin poder dormir. Volví a soñar contigo.

"Perdón, ¿Nos conocemos?"
Me dices y me miras extrañada mientras yo apenado miento y te digo "Perdón, te confundí".

"Te extraño"
¿Tiene eso algún sentido para ti? No lo creo, con trabajos lo tiene para mí.

"¿Un poco más de café?"
No gracias, estoy bien. Juro que no sabía que trabajabas aquí como mesera; sólo tuve suerte.

"¿Cómo te llamas?"
No pienso contestar. El teléfono suena. No quiero contestar; no vale la pena, se que no eres tú. El teléfono se calla.

"¿Volveremos a vernos?"
Nadie contesta; estoy solo dando vueltas en mi cama. No hay nadie que conteste. ¿Saldremos algún día?

"No, gracias"
Eres cortés. Eso es innegable. Háblame sobre ti.

"¿Me llamabas?"
¿Podrías traerme un poco más de café? No sé mentir; y lo sabes. Debería invitarte a salir.

"¿Es posible extrañar a alguien que no conoces?"
Te extraño. Hoy volví a soñar contigo.

Muchacho en la ventana de Saul Landell

martes, 1 de febrero de 2011

A los pies de Atenea

De vuelta a mi irrealidad: la Facultad de Filosofía y Letras, el Colegio de Literatura Dramática y Teatro.

Cuadro 1

(Diálogo en oscuro)
—¿Y yo qué hago aquí?
—¿No te lo han dicho?
—No.
—No tardarás en enterarte.
—¿Tú quién eres?
—Créeme, no querrás saberlo.
—¿Estoy muerto?
—Todavía no.
—No me quiero morir.
—Todos estamos muertos ya de alguna manera.
—No recuerdo mi nombre.
—Te llamas Pedro.
Pedro. —¿Cómo lo sabes?
—Créeme, no querrás saberlo.
Pedro. —¿Por qué está tan oscuro?
—Es que tienes los ojos vendados.
Pedro. —¿En serio?
—Intenta quitarte la venda.
Pedro. —(Lo intenta) No puedo. Tengo miedo.
—Eres un hombre sensato Pedro.

Fin de Cuadro 1

Cuadro 2

(Diálogo)
—Si alguien te encuentra aquí...
—Tranquilo, nadie se va a enterar.
—Te matarán, y a mi también.
—Te matarían de todos modos.
—¿Cuánto tiempo te quedarás?
—No sé, hasta que encuentre algún lugar mejor.
—Ya no quedan muchos lugares.
—Lo sé; fue una suerte encontrarte.
—Debes ser cuidadosa, no quiero que corramos riesgos, mi familia...
—Tu familia estará bien, seré cuidadosa.
—¿Cómo te llamas?
—Será mejor que no lo sepas.
—Debo irme.
Desconocida. —Gracias por dejarme quedar.

Fin de Cuadro 2

Going West de Jackson Pollock

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